martes, 16 de febrero de 2016

Más Vale Tarde... Porque Nunca, Duele

Hace mucho tiempo no me sentía mal por no hacer algo en el momento que debí (Y por partida triple). A veces uno se deja llevar por el día a día y posterga algunas cosas pensando que “más tarde” es el momento adecuado, pero la vida es tan sabia que te de clases intensivas para que nunca más te olvides de que no es así. Y normalmente la lección duele… y mucho. 

A fines de diciembre del 2015 Recibí un correo de una persona que no conozco, esos que me llegan de vez en cuando pidiendo consejo, ayuda y aliento en un momento durísimo, normalmente relacionado al cáncer o a la discapacidad. La persona que me escribió me dijo que su mejor amiga tenía cáncer en fase terminal y no sabía qué hacer. Ese tipo de respuestas me demandan mucha concentración y tranquilidad emocional pues hay que ser muy cauto y certero con lo que se dice. Ergo, lo dejé “para después”.

Hallé  ese momento según yo adecuado una semana después y me sentí bien de responderle. Un par de días después se me borró la satisfacción cuando esta persona me respondió agradeciéndome pero que su amiga había fallecido. Me sentí mal; extendí mis condolencias y traté de dar algunas palabras de aliento a esta persona que sin duda fueron bien recibidas aunque hubieran sido más útiles antes de.

Dejé atrás esta situación y literalmente la mandé a archivo. Debí tomar nota de lo ocurrido pues en esos precisos momentos estaba al tanto que una persona que conocí en el INEN tenía un cáncer muy avanzado y lo mandaron a casa, y quería verme. Desde que empezó el año estuve coordinando con su hija para ir a visitarlo pero entre una y otra cosa, no coincidimos. 

En otro de esos intentos fallidos por preguntarle cuando tenía tiempo me dio la noticia que su papá había falleció. Esta vez era una persona que conocía, que le tenía estima y que además, quería verme. Me sentí mal por haber dejado pasar el tiempo sin hacer un campo entre mis muchas actividades porque creo que merecía darme ese tiempo. 

Me avisaron tarde para ir al velorio pero tampoco fui al entierro, no tanto porque tenía unas reuniones importantes sino más por vergüenza y pena de no haberme despedido oportunamente, como creo debí hacerlo. A modo de consuelo me mantuve en contacto diario con su hija reiterándole mis condolencias para la familia y mi apoyo moral. 

Pero la vida continúa y no quise llevar mis pensamientos más allá… pero me equivoqué de nuevo al no hacerlo porque volvió a pasar. 

También empezando el año me enteré que una persona con la que trabajé hace años estaba internada en el hospital y que empeoraba, sin dar con una solución a su problema de salud. Prometí ir a visitarla pues esta personas siempre fue muy cariñosa y amable conmigo, con una sonrisa de esas que pocas personas saben mantener a pesar del tiempo y las dificultades. 

El mismo 10 de febrero que regresé a Lima, luego de mis vacaciones en familia, me puse en contacto con otra amiga para averiguar día y hora de visita e ir a verla juntos.

El 11 me escribió para contarme que había fallecido. No podía creerlo, no entendí que pasó; sabía que no estaba bien y que no mejoraba pero nunca me enteré (o mejor dicho, averigüé) que ya estaba por dejar este mundo. Me golpeó y duro pues esta vez estaba decidido a ir cuanto antes pero la muerte caprichosa no me permitió reivindicar mis heridas, las cuales se fueron haciendo más grandes por mi falta de convicción. 

Y vaya que es caprichosa porque ese mismo día era la misa de mes del señor del INEN. No me quedó otra que dejar todo de lado e ir primero al velorio donde me enteré que esta persona había fallecido de una leucemia rara y que los doctores nunca dieron con lo que tenía sino hasta que fue muy tarde. Me acerqué para despedirme con lágrimas de culpa y pena por no haber si quiera podido decirle hola, antes de decirle adiós. 

Con esa pena acumulada me fui a la misa, saludé a la hija, a la esposa y al papá de 93 años; que sin duda era el que en silencio sufría más por la pérdida de un gran hijo, el único que lo cuidaba y soporte de la familia. Luego yo sentí ese dolor cuando su hija me dijo que esos últimos días había estado deprimido y que a la única persona que había pedido ver fue a mí, a pensar que solo nos vimos esa semana que estuve internado en el INEN. 

A pesar de todo eso no fue hasta este domingo pasado que me hicieron entrar en razón. Quizás inconscientemente decidí no pensar en todo lo que había pasado pero ya no podía aplazarlo más y me dejé abatir por el dolor y por mi falta de acción oportuna en estos tres casos; carga que me va a acompañar un tiempo.

No solo lo cuento para “expiar mis culpas” públicamente sino para que les quede alguna moraleja de mi experiencia y estén al lado de esa persona que está por irse a otro mundo mejor. ¿Pero por qué esperar a ese momento? Por qué no en lugar de ver lo que hacen tus amigos por redes sociales (como hacen varios conmigo) quedas con ellos en verlos para darles un beso, un abrazo, un apretón de manos si quiera, disfrutarlos en el momento presente pues quizá mañana se vuelva nunca… Y a pesar de que tengas la suerte de despedirte, te va a doler más el tiempo no vivido cuando pudo ser, que el momento del adiós cuando ya no será. 


Lo siento… Que en paz descansen.


Un comercial.- Seguiré con mis actividades pero estoy en un momento de pena, reflexión y autoevaluación; así que si no me aparezco un tiempo por el blog o si no atiendo pedidos de “consejos”, ya saben el motivo. 


Kikin Rispa
kikerispa2003@yahoo.es
(16 de Febrero del 2016)

lunes, 8 de febrero de 2016

Todo Confabula

Chiclayork, domingo 17 por la noche, me llama mi mánager norteña:
- “Ya Kikín, tienes una charla el martes a las 10am en la USAT, Facultad de Arquitectura.
- ¿Ah? ¿Este martes? Chanfle… me iba de tour… 
- Ya después te vas de tour, está confirmado, habla… deja que fluya, tú confía… (http://kikin-rispa.blogspot.pe/2016/02/que-fluya-tu-confia.html)
- Jajaja, ok voy a cambiar el tour, somos el martes.”

Tampoco fue que se le ocurrió por iluminación divina, ya lo habíamos conversado a ver si por ahí salía alguna charla, donde sea, como sea… jaja.  Si bien estaba de vacas, mi propósito no descansa… yo menos… y sería una bonita oportunidad de expandir mis charlas a provincia.

Martes fui puntualito a la universidad. Ubiqué a la profesora que gentilmente había organizado la charla y nos presentamos formalmente. Me agradeció la asistencia con tan corto aviso y yo le agradecí la invitación pues es para lo que estoy en este mundo. 

Conversamos buen rato mientras instalaban todo. A través de mi mánager le llegó mi libro, le causó una muy buena impresión mi historia y no dudó dos veces en ver la forma de compartirla con sus alumnos. “Son una generación un poco ‘golpeada’ por los vaivenes de la vida y sin duda una experiencia muy compleja como la tuya los hará reaccionar”, me dijo. Yo asentí, esperando lo mismo. 

Llegada la hora, empezó la presentación de la profesora, libro en mano, haciendo cita de algunas partes que ella encontraba interesantes y motivadoras. 

Luego le dio pase a mi manager, quien a su vez contó brevemente como nos conocimos (obviando la parte del alcohol, of course jajaja) y del por qué; llegando a la conclusión que Dios pone en tu vida a personas para que hagan una gran diferencia, para que te “toquen” (en el buen sentido jaja), para que aprendas de ellas; y me alegró saber que yo soy una de estas personas para ella. No cabe duda que el cariño es inmenso y mutuo. 

Entonces comencé… ya con la presentación de ambas me quitaron un poco de material jajaja, pero seguí mi esquema de trabajo y empecé a contar la historia que ya muchos conocen a grandes rasgos, pero no a detalle como lo cuento en las charlas. 

No voy a negar que fue un público un poco difícil, normalmente siento más “conexión” con la gente pero esta vez no la sentí tan fuerte. Mantengo el buen humor durante la charla y por lo menos se reían, lo cual implica que sí había atención. Siempre siempre mantengo contacto visual y sí veía gente enganchada, pero no todos. Veía caras un poco cansadas y distraídas, lo cual es normal en un grupo joven y en un salón tan grande. 

Algunas fugas de talentos me indicaron que había pasado la hora pactada y apresuré un poco el final para no acabar con medio auditorio. Terminé entre aplausos y sin preguntas. Lo que me dejó tranquilo fue que al final se me acercó una alumna a agradecerme por la charla, que le había sido útil y que quería conseguir mi libro. Basta con que a una persona le llegue el mensaje para saber que fue útil. Luego vino el agradecimiento de los docentes y amigos que asistieron, para quienes fue significativo.

Salimos y fuimos a comer (¿obvio no? Jajaja). Ahí reflexionando sobre la charla y la falta de “click” me comentaron que los alumnos estaban de amanecida y con clases desde las 8am, y que por eso no jalaban, pero que la charla estuvo bien. Ahí si acepto que el ego se mezcla con mis emociones pues estoy acostumbrado al “buenísimo” cuando menos, pero estando aclarado el desgaste de los alumnos, me quedé un poco más tranquilo. 

Como les dije a los alumnos empezando la charla, yo estaba ahí porque estaba de vacaciones, paseando y comiendo rico; pero también hay algo innegable, contundente y poderoso que se mueve detrás de todo y que “alinea los astros”, y así todo confabula para que estas cosas ocurran. Ya estoy en la ola de mi propósito y nada ni nadie lo puede cambiar o parar. No hay lugar ni situación ni momento en mi vida más pleno que cuando estoy haciendo una charla; sin duda es mí misión. Por eso las situaciones fluyen para que así sigan y seguirán, sin duda, cada vez con más fuerza… Yo confío… 




¡He dicho!


Shame ahora, shame sha.- Esta primera charla en USAT acabó con la promesa de una invitación formal durante el año, gastos pagados (espero jajaja), para seguir motivando a los alumnos y para que yo siga con mi propósito. Prometo hacer una en Lima para que vean como son las charlas, más profundas inclusive que el libro… Pero si quieren un adela me avisan y coordinamos… 


Kikín Rispa
kikerispa2003@yahoo.es
(08 de Febrero del 2016)

jueves, 4 de febrero de 2016

Que Fluya, Tu Confía

Si la vida continúa, yo también. Luego del “pequeño” impase de salud (http://kikin-rispa.blogspot.pe/2015/11/por-lo-demas-todo-bien.html) y como ya lo tenía planificado meses antes, empecé el año viajando al norte del país, a Chiclayork y Trujipulco, sitios que no iba más de cinco años y que tenían un significado muy especial dentro de toda esta coyuntura. 

El viernes me embarcaba en avión; llegué al aeropuerto y… no viajé jajaja. Luego de una breve discusión improductiva por llegar tarde, me informaron que se canceló mi vuelo porque “no había avión”. ¿Qué cosas no? En una aerolínea no había avión de un vuelo que estaba planificado hace meses jajaja. En fin, lo dejaré ahí para no malograr la fluidez del post jajaja.

Se supone que mi “mánager” norteña me esperaba con la batería y las chelas listas. Dije se supone porque cuando estaba camino al aeropuerto me avisó que estaba enferma y no iría por mí… No tenía ni idea de dónde me iba a quedar a dormir jajaja. Pero su respuesta siempre fue “que fluya, tú confía”, así que yo confié… y casi me quedo a dormir en el parque jajaja. 

Pero bueno, ya dice el dicho, “por algo pasan las cosas”, y entre ella enferma y el vuelo suspendido, la juega de viernes quedó cancelada… Ni modo, la aerolínea me pagó los taxis (a nada) y me cambiaron de vuelo para el sábado a las 5am… plop… en fín… que fluya, tú confía… jajaja

Dormí unas cuantas horas y salí ahora sí pal norte “di”. Chape mi taxi y fui a la casa donde iba a dormir (ahora sí me dijo jajaja). Me dieron un súper desayuno y me eché a descansar, esperando la hora de almuerzo a que me recoja mi mánager… aunque al final yo tuve que pasar por ella por la “pelu” jajaja. Almorzamos en su casa y luego su hermana y cuñado me llevaron a pasearsh. En la noche su juerga respectiva. 


Básicamente así transcurrieron los días siguientes, entre paseos, comilonas y eventos sociales jajaja. Es lo bueno de confiar en gente en que se puede confiar, de una o de otra, las cosas fluyen. Traté de hace un tour pero no se dio, me trataron de llevar a una charla de liderazgo que tampoco se dio (y eso que me llevaron al lugar donde me tenía que inscribir pero no había nadie jajaja) y finalmente sí se dio algo que contaré después… dejé que las cosas fluyan y lo que tenía que ser, iba a ser… yo confiaba… 

Jueves enrumbé hacia Trujipulco y me quedé en casa de mis cuatro  trujillanas favoritas (bisabuela, abuela, madre e hija; para los malpensados jajaja). Las extrañaba mucho, en especial a mi hijita de cariño (para los que pensaron que era mi hijita de verdad jajaja)

Las cosas allá fueron muy similares… más y más comida jajaja, solo que más tranquilo, más familiar… salvo por el sábado por la noche que me rescató el primo y me llevó de juerga… aunque mucho no pude desbandarme pues ya tenía varios días a ese ritmo y por fin el estómago me pasó factura jajaja. 


Igual todo fue genial hasta mi retorno a Chiclayork domingo por la noche, donde me esperaron nada menos que con una suculenta parrillada jajaja. Ya qué… último día, invitación de buenos y nuevos amigos… dejemos que fluya (y mi estómago también fluyó jajaja)

Regresé a Lima con la plena satisfacción de haber pasado unos diez días geniales con buenos amigos que no veía mucho tiempo y sin duda me dejaron entrever que el cariño y estima era mutuo. Me trataron súper bien y regresé con 2 kilos de amor puro al estilo norteño jajaja. 

Todo fluyó y yo confié, y fue más fácil poder cerrar círculos. No se lo comenté a nadie pero el viaje cobró más significado luego de la operación pues era el retorno del cangrejo, el cual yo creía vencido del todo, y que su regreso me movió muchas ideas y perspectivas. 

Este proceso empezó en el 2010 con la amputación de la pierna, luego la quimio en el 2011, hasta la metastasectomía al pulmón izquierdo en el 2015. Vaya recorrido que me tocó… que me toca, pues ya no puedo hablar de pasado sino de presente. Y en esas cosas que uno evalúa de lo que hizo o dejó de hacer, no me pasó por alto que en enero del 2010 hice mi viaje a estos mismos sitios, también en 10 días, aunque de forma distinta. 

Así empezó ese 2010 y se me ocurrió de manera simbólica, a modo de cierre, estar en los mismos lugares luego de este arduo camino. Curioso que tuviera el pasaje comprado antes de saber lo que tenía y por eso persisto en que las cosas no son al azar. No quiere decir que nunca más tendré cáncer, es solo una forma de decirle a esta vida que aún continúa que regresé tal vez a un punto de partida, con experiencias increíbles pero que estoy listo para comenzar una nueva aventura, llena de retos, triunfos y penurias, como es la vida misma… cuando dejas que fluya, cuando confías… 


¡He dicho!


¿Vas a contar o no?.- No sean angurrientos… dejen que fluya, ustedes confíen jajaja. 


Kikin Rispa
kikerispa2003@yahoo.es
(04 de Febrero del 2016)